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Aportaciones de Luis Enrique Alonso sobre políticas del consumo

Tras la lectura de los textos precedentes referidos al consumo, éste añade unas cuestiones interesantes que complementan lo ya visto anteriormente. En resumidas cuentas establece una diferenciación de cómo se llevaba a cabo el consumo en la época del fordismo tras la segunda guerra mundial y el que se lleva a cabo actualmente, en la época del postfordismo iniciada tras la crisis de los años setenta.
La sociedad está en continuo cambio, al igual que el consumo, hacia una situación completamente nueva en la que muchos aspectos que pasan desapercibidos como poco o nada importantes, son realmente transcendentales si lo que queremos es evolucionar a mejor en todos los aspectos relacionados con la calidad de vida, sostenibilidad y en último extremo, búsqueda de la felicidad. No hace mucho tiempo, las personas con una menor esperanza de vida y sobre todo atareadas con extensas jornadas laborales, no tenían apenas tiempo en pensar cómo mejorar determinados elementos que ahora sí es posible gracias a la mejora de la calidad de la vida y en ultimo termino, por ese impulso que nos da la sociedad de consumo, facilitándonos productos que prometen darnos la felicidad.

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En línea con lo anterior, hay un hecho que me resulta muy importante y que no había recabado antes de leer este texto, y es sobre la posibilidad de reflexionar y si es necesario actuar sobre todo lo relacionado con el consumo. En la sociedad actual, donde prácticamente todo está relacionado con el consumo, resulta alarmante que no haya una mentalidad crítica con sus aspectos relacionados, como por ejemplo, el desconocimiento de las consecuencias que puede llevar el reiterado consumo de determinadas comidas. Estoy de acuerdo con L.E. Alonso en que si durante el fordismo la evolución del consumo llevo aparejado consigo la aparición de una clase media laboral con una serie de características, en la actualidad no está sucediendo lo mismo, sino que se está derivando en un individualismo que yo considero preocupante, ya que no creo que beneficie a la felicidad ni mucho menos. Lo que considero que debería llevar ligado esta situación privilegiada que tenemos la suerte de vivir actualmente, es a una profundización de aspectos emocionales, conocernos mejor a nosotros mismos y a las personas de nuestro alrededor, y así poder ayudarnos mutuamente en esa ansiada búsqueda. Pero considero que la tendencia del actual sistema no es fomentar eso, sino hacernos creer que los productos y servicios que nos venden nos darán la felicidad directamente. Por ello es necesario un aprendizaje, en primer lugar de a dónde queremos llegar y luego buscar que productos-servicios nos ayudarán a la consecución de dicho fin. Si existiera esa mentalidad crítica, muchos productos dañinos podrían ser retirados con mayor rapidez del mercado o directamente no se expondrían en los estantes, ya que el ciudadano gracias a esa continua preocupación de la sociedad para conseguir una mejor situación, estaría mejor informado.

Por otro lado, estoy totalmente de acuerdo con L.E. Alonso en que nos estamos aproximando a una era distinta (capitalismo de ficción) donde se venden cosas que ya no son materiales y tienen que ver con los sentimientos y las emociones. A mi particularmente no me parece bien, debido a que todavía no conocemos, al menos al nivel de la población, sobre cómo nos afectan determinados impactos publicitarios a la mente, como puede ser el fomento de una serie de valores, que no nos damos cuenta pero sí nos pueden influenciar de una manera determinante en la formación o aparición de nuevos valores.

Me gustaría incidir en las consecuencias que podría tener esta nueva era comentada anteriormente. Una economía apoyada en aspectos emocionales incrementa de manera notable la variable “confianza” de la población. Si esta confianza se ve afectada, los vuelcos en la economía serían bastante relevantes, debido sencillamente a que las personas ante un gran problema se olvidarían de aquellos consumos no considerados como necesarios para vivir. Y es que esta economía cada vez tiene más población que trabaja y se sustenta, gracias a la aceptación de esos productos y servicios por parte de la población.

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La creciente competencia internacional también afecta al consumo, como no podía ser de otra manera. Pero se está llegando a unos extremos, donde los estados se están dando cuenta que lo más eficiente no es tener empresas públicas o servicios públicos, sino que es mejor privatizar todos estos servicios para por lo menos mantenerse al nivel de otros países. Por otro lado, no hay que olvidar todos aquellos países que son utilizados para obtener de ellos materias primas y mano de obra al mínimo costo, no entrando en un sistema equitativo con los países desarrollados. Y por último, una de las cosas que más me ha llamado la atención recientemente es que algunas de las grandes multinacionales que hace unos años lideraban los rankings en cuanto a comportamientos no éticos, actualmente y gracias a excelentes campañas publicitarias, han logrado colocarse en los primeros puestos pero en este caso de comportamientos ejemplares sin haber solucionado los escándalos que propiciaron la mala imagen inicial. Esto es realmente preocupante debido a que cualquier comportamiento por muy dañino que sea, se puede arreglar con una determinada campaña a un costo determinado, y que ocurra esto sólo es debido a la falta de información de la población, ya que nada de esto ocurriría si el costo de ese lavado de imagen es superior a solucionar realmente sus comportamientos no éticos.

Una de las conclusiones que se pueden extraer de este texto, es el conjunto de cambios tan relevantes que puede tienen lugar en el consumo debido a una evolución del sistema productivo. Ahora se valoran aspectos como la movilidad, flexibilidad y adaptación, y es en esta línea donde habría que estudiar nuevos productos y servicios relacionados con estos nuevos aspectos. Otra cuestión que me ha llamado la atención y que va relacionado con lo anterior, es la tendencia hacia la extensión del trabajo al hogar, y esto es perfectamente posible hoy en día gracias a los ordenadores personales por ejemplo. Se posibilita incluso el trabajar desde casa en vez de en la oficina, pero si a esto le añadimos los servicios de telefonía móvil, nos encontramos con toda una serie de aparatos que pueden llevar como fin que las personas estén pendientes de su trabajo casi de manera permanente.

Para finalizar, me gustaría destacar que es muy importante cuidar todo lo que tiene que ver con el consumo, ya que sus actividades relacionadas no tienen porqué ser beneficiosas. Por lo tanto, no nos podemos dejar llevar y nos deberíamos parar a pensar con mayor frecuencia acerca de nuestras posibilidades de actuación para la mejora y desarrollo de posibles aspectos que puedan ser beneficiosos para la sociedad.

Juan Antonio Corbalán Liarte

21 Descargar artículo «Aportaciones de Luis Enrique Alonso». Juan Antonio Corbalán.

Artículo realizado el 21 de noviembre de 2007 sobre el artículo «Las políticas del consumo: transformaciones en el proceso de trabajo y fragmentación de los estilos de vida» de Luis Enrique Alonso. Asignatura Psicosociología del Consumo de la Licenciatura de Investigación y Técnicas de Mercados de la Universidad de Granada.

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